DIA 29 LOS PASOS SIGUIENTES


Y después de esto, ¿qué hago?

Hace algunos días, estaba en una reunión con una dama que tiene ya ochenta años de edad. Es una de las cristianas más piadosas y maduras que he conocido jamás. Sin embargo, en un momento dijo con tristeza: “No estoy ni cerca siquiera de donde quisiera estar en mi vida de oración”. No era una falsa humildad. Era el clamor del corazón de alguien que ha ido lo suficientemente profundo con el Señor para saber que aún hay mucho más.
Cuando nos damos cuenta de esto, no nos debería desalentar, sino más bien, debería servirnos como fuerte motivación para buscar nuestro crecimiento espiritual con una intrépida pasión. Pablo ya se hallaba cerca del final de su vida cuando, después de haber visto evidencias increíbles del poder y la provisión de Dios, dijo: “A fin de conocerle…” (Filipenses 3:10).
Esa misma pasión fue la que lo llevó a decir, como habría podido exclamar un gran atleta que se está esforzando por llegar a la meta:No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Filipenses 3:12-14, cursiva del autor).

T. Austin Sparks describe de esta forma la maravilla y el reto que significa para nosotros el crecimiento en Cristo:
El efecto de la obra del Espíritu Santo en nosotros consiste en llevarnos hasta la orilla de un poderoso océano que se extiende muchísimo más allá de lo que nosotros podríamos alcanzar, y con respecto al cual sentimos: ¡Qué profundidad, qué plenitud la de Cristo! Si pudiéramos vivir tanto tiempo como el hombre que más haya vivido, seguiríamos estando sólo en el borde de esta vasta plenitud que es Cristo (Sparks, The School of Christ, “La escuela de Cristo).
Estos estudios terminarán mañana. Usted los ha estado haciendo durante treinta días, y lo quiero felicitar. Sin embargo, tengo la esperanza de haberlo inspirado a seguir adelante; a dar el siguiente paso, y después el siguiente a éste. Por mucho terreno que hayamos recorrido en estos treinta días, sólo habremos “llegado a la orilla de un poderoso océano”. ¡Hay muchísimo más! Y Dios nos ha dado la capacidad necesaria para recibir mucho más.
Espero que ya en estos momentos esté acostumbrado a buscar las citas bíblicas; al menos, las que hay en este estudio. También espero que esté comenzando a leer la Palabra cada día por su propia cuenta, dejando que sus virtudes les den forma a sus pensamientos y acciones. Sería maravilloso saber que usted ha hecho algunas amistades cristianas, y que se están reuniendo, orando juntos, cuidando mutuamente de sus necesidades. Qué bueno sería saber que usted está escuchando una enseñanza sólida basada en las Escrituras. Y lo más importante de todo, confío en que se esté acercando cada vez más al Señor mismo, sintiendo su amor, y fortaleciéndose con la gracia que sólo Él puede dar.Por último, debo decirle que hay algunos materiales de estudio adicionales que puede encontrar en la Internet. Aproveche estos recursos para seguir creciendo. No lo abandone; al contrario, haga del crecimiento continuo su prioridad más elevada. Confíe en que el Espíritu Santo le va a proporcionar lo que necesite, recordando que “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).

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